Un día de otoño, unos ancianos salieron de su casa hacia la Plaza del Altozano, era muy temprano, casi de noche. Pasaron junto a la estatua de cuchillero, pero se dieron cuenta que solo estaba el pedestal. Llamaron a la policía inmediatamente. Fueron la inspectora Llanos y el inspector Juan los que se encargarían de investigar la extraña desaparición. Empezaron buscando pistas alrededor de la plaza, preguntaron a todo el que pasaba si sabía algo o había oído ruidos en la noche anterior. Fue un camarero del Gran Hotel el que les dijo que había oído unos pasos como de hierro de madrugada. Otra cosa curiosa que había sucedido es que el reloj del Ayuntamiento viejo se había parado a las 3:33h de la noche. Los inspectores siguieron buscando pistas y fueron al paseo de la Feria, allí había un vendedor de castañas y les contó que había oído también unos pasos muy fuertes en la madrugada, ¿serian los mismos pasos que había oído el camarero? Tenían que seguir investigando. Recibieron una llamada de teléfono de una vecina que vivía en el Pasaje Lodares, esta señora había encontrado algo muy curioso en el portal de su casa, era como una navaja metálica negra, parecida a la que tenia la estatua del cuchillero, estaba envuelta en hojas secas de árboles como las que hay en el parque Abelardo Sánchez. Se dirigieron allí para seguir buscando pistas, pero solo encontraron millones de hojas caídas por el otoño y por mucho que buscaron en cada rincón no encontraron nada. Estaban perdidos. Después de comer, se fueron hacia el museo, hablaron con el director, y les contó una historia que su abuelo le había contado a él. Hacia mucho años, vivió en Albacete un cuchillero que le gustaba mucho hablar con la gente, a todo el que le compraba una navaja le contaba un refrán. Este navajero vivía cerca de la estación del tren y todos los días vendía allí los cuchillos. Un día, salvó la vida a un niño que se cayó en la calle cuando pasaba un caballo, al niño no le paso nada, pero el cuchillero se rompió la mano y ya no pudo seguir haciendo cuchillos y navajas. Aun así, el cuchillero iba todos los días a la estación del tren a contarle refranes a la gente. A el estaba dedicada la estatua desaparecida. A la inspectora Llanos se le ocurrió ir a la nueva estación de AVE y allí, junto a la puerta, estaba la famosa estatua del navajero de Albacete viendo entrar y salir viajeros.